EPISODIO DIECISEIS: La Percepción Pura y el Destructor de Demonios

Para mí, mi abuelo Kyabje Dudjom Rinpoché más que guapo era un hombre espléndido. Hasta el último día de su vida siguió siendo una de las personas más elegantes y bien cuidadas que jamás haya visto. Ponía tanto esmero en recogerse el pelo hacia atrás. Sus camisas estaban planchadas. La combinación de colores de sus atuendos era impecable. He oído muchas historias de que sus encantos eran bastante irresistibles para las mujeres. Sus habitaciones estaban impecablemente limpias. Tenía asma y, aunque puede que yo no sea imparcial, diría que hasta sus estertores tenían una cierta elegancia. La forma en que sostenía una página, la forma en que rotaba un vajra, la forma en que hacía sonar un dámaru era fascinante.

El adorno que lo definía era el par de gafas polarizadas hechas de cristal que siempre llevaba puestas. Escuché como le decía a la gente, a mí incluido, que deberían usar gafas de cristal. Que eran muy buenas. De hecho, Trulshik Rinpoché siguió su consejo y le recuerdo usando gafas de cristal durante toda su vida. Dudjom Rinpoché hizo que el cristal de sus gafas fuera especialmente cortado en Hong Kong y recomendó que otros lamas hicieran lo mismo. Así que no hace mucho, cuando fui a Hong Kong, le pedí a las mismas personas que me hicieran unas. Pero las gafas de cristal pesan mucho y simplemente no he tenido la consistencia de llevarlas puestas.

Nunca he sido un aficionado a los coches, pero, dicho esto, cuando veo un Land Rover Defender me entra mucha nostalgia de cuando tenía unos seis años y viajé de la India a Bután con Kyabje Dudjom Rinpoché. Ver uno siempre me trae sólidos recuerdos y en mi olfato mental incluso tiene un olor singular. Al parecer, la reina de Inglaterra también les tiene cariño. Kyabje Dudjom Rinpoché hizo este viaje por invitación de mi otro abuelo, Lama Sonam Zangpo, y en total nos tomó varios meses. La mayor parte del viaje lo hicimos a pie, a veces viajamos en palanquines, Dudjom Rinpoché sostenido por al menos cuatro personas y yo cargado por dos. Y recorrimos varios tramos largos del viaje en un Land Rover Defender, en el que yo iba sentado entre Dudjom Rinpoché y el conductor durante todo el camino. Fue un momento muy memorable porque fue la única oportunidad que tuve en mi vida de estar cerca de mi abuelo. A veces incluso me dormía con la cabeza en su hombro o en su regazo.

Pareciese como si por todos los lugares que pasábamos en Bután hubiera gente alineada a lo largo de la carretera durante días solo para verlo pasar. Todavía hay muchos que piensan que él era Gurú Padmasambhava en carne y hueso. Algunos aguardaban de pie con familiares moribundos cargados a sus espaldas. Parábamos una y otra vez para tomar té y bocadillos hechos por los residentes de cada lugar. Los habitantes de las aldeas esperaban su turno y, en cuanto se marchaba, agarraban todo lo que dejaba, té o agua, trozos de comida, y se lo dividían y saboreaban a veces durante años. El té sobrante se ponía en una urna y se usaba para hacer píldoras preciosas o se ponía en crema para ungüentos para los dolores de las articulaciones. Parte de los restos de comida se secaba con hierbas y, cuando era absolutamente necesario, la quemaban para crear humo y alejar a los espíritus y demonios.

Si bien Dudjom Rinpoché era mi abuelo y siempre le tuve amor, respeto y admiración, nunca me relacioné con él como un abuelo al que visitas en Acción de Gracias o en Navidad. Él me intimidaba. Yo leía sus escritos, comentarios, canciones, poemas y enseñanzas sin cesar y de todo corazón. Pero cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de que hubo algunos momentos de confianza. Por ejemplo, siempre que Dudjom Rinpoché estaba a solas conmigo, hablaba en dialecto pemakö, no en tibetano. Me doy cuenta de que esa era su forma de expresar “abuelidad”. También cuando nací, mucho antes de que Su Santidad Sakya Trizin me reconociera como un tulku, Kyabje Dudjom Rinpoché me llamó Khyentse Norbu. Algunos han especulado que esto era una pista de que él también pudo haberme reconocido como una encarnación de Khyentse. Estaba pasando por un período en el que nos llamó a todos Norbu. Llamó a mi padre Thinley Norbu, a un tío Phende Norbu y a otro tío Shenphen Norbu.

Mi madre estaba casada con el hijo de Kyabje Dudjom Rinpoché, pero puedo dar fe de que ni una sola vez se le pasó por la mente la idea de que él era su suegro. No estaba en su vocabulario. Veía a Dudjom Rinpoché como alguien más allá de este mundo, alguien a quien elogiaba y visualizaba encima de su cabeza y en su corazón. No tengo ni la menor duda de que Dudjom Rinpoché fue lo último que tuvo en mente cuando estaba muriendo.

Mi madre y mi padre

Fue realmente Dilgo Khyentse Rinpoché quien me crió y cuidó constantemente, probablemente incluso más que cualquiera de los miembros de mi familia. Podía acudir a él en cualquier momento, las 24 horas del día. Sin embargo, a pesar de ser el nieto de Kyabje Dudjom Rinpoché, no tenía fácil acceso a él. De hecho, conseguir una audiencia con él era bastante difícil para mí y para mucha gente. Una vez me quedé realmente destrozado y molesto porque no me dieron una audiencia. Kyabje Dilgo Khyentse Rinpoché me advirtió que, dado que había recibido tantas enseñanzas tántricas y abishekas de Kyabje Dudjom Rinpoché, nunca debería percibirlo como a un ser normal y corriente, sino más bien como a un ser iluminado o como Padmasambhava. Y que, por lo tanto, a mi abuela, que era la consorte de Kyabje Dudjom Rinpoché, también debería considerarla con percepción pura. Instrucciones tan profundas como estas no solo me salvaron de tener una visión equivocada de Dudjom Rinpoché, sino que a medida que pasan los años, veo, aprecio y descubro la profundidad y amplitud de Dudjom Rinpoché cada vez más.

Además de ser respetado como un maestro consumado, se pensaba que Dudjom Rinpoché era el descendiente de uno de los tres príncipes que fueron desterrados del Tíbet central. Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo los reyes tibetanos eran supuestamente subidos al cielo con una cuerda. Pero una vez hubo un rey que tuvo un conflicto con uno de sus ministros y el ministro cortó la cuerda para que el rey no pudiera ascender. En cambio, ese rey fue asesinado y sus tres hijos exiliados. Se dice que Dudjom Rinpoché era descendiente de uno de estos hijos exiliados.

Al igual que los Khyentses, es importante que la gente sepa que no existía un linaje Dudjom de alto rango, ni político ni secular. Así que si hubiese alguna encarnación de Khyentse o Dudjom ahora o en el futuro que reclamase tener un alto rango, está mintiendo. De hecho, en la sociedad tibetana, donde se tenía en alta estima a los monjes ordenados, había muchas historias de cómo Dudjom Rinpoché fue marginado como un micha, que significa un laico normal y corriente. Sin embargo, su conocimiento académico era tan extraordinario que fue contratado para componer libros de texto escolares tibetanos. En los créditos nunca se menciona que sea «kyabje» o incluso un rinpoché. Simplemente se le conocía como Pekö Dudjom Tulku. Pekö era la abreviatura de Pemakö.

Determinadas partes de la sociedad lo marginaron en parte también porque siempre fue un pensador libre, yo diría hasta extremista. Se cuenta que en los 50, cuando estaba otorgando abishekas en el monasterio de Samye en Lhasa a algunos de los maestros nyingma más importantes, iba de un sitio para otro en bicicleta. En aquellos días, para un tibetano, un lama en bicicleta, especialmente uno dando enseñanzas a lamas realmente importantes, era como el Papa Juan Pablo jugando a la ruleta en un casino. Pero estoy bastante seguro de que marginado es exactamente como quería que lo trataran: discreto, sin títulos y libre de todo el bagaje que conlleva tener una posición de alto nivel.

Ni una sola vez me levantó la voz, y mucho menos me riñó. En algunas ocasiones hacía comentarios sobre cómo debería vestirme adecuadamente porque tenía fama de desaliñado. Lo más cerca que estuvo de reñirme fue cuando yo estaba recibiendo enseñanzas de él y de alguna manera levanté mis manos por encima de Trulshik Rinpoché. Kyabje Dudjom Rinpoché me dijo que debía ser respetuoso, pero de una manera muy, muy cariñosa. Esta dulzura era tan majestuosa que la he llevado conmigo todos estos años.

Hubo mucha gente descontenta que culpaba a mi abuelastra de ser sobreprotectora con él, realmente era ella quien controlaba sus citas. He oído que cuando se separó de mi abuela y decidió estar con mi abuelastra, algunas personas estuvieron descontentas, especialmente mi padre. Debido a las amables palabras de Dilgo Khyentse Rinpoché, también me esforcé por tener una percepción pura de mi abuelastra. Cuando miro hacia atrás, creo que los límites que ella mantuvo fueron algo positivo. Él necesitaba ese espacio porque había mucha gente que constantemente competía por su atención. Mi abuelastra cuidó muy bien a mi abuelo, especialmente en sus últimos días.

No tuve una relación cercana con ella hasta muchos años después de la muerte de Kyabje Dudjom Rinpoché en Francia. Unos años antes de que ella misma muriera, vino a Bután y aproveché la oportunidad para invitarla a mi casa de Paro, y ella aceptó amablemente. Durante ese almuerzo, me dio sus gafas de sol oscuras, apropiadas para una señora mayor muy elegante.

Espero ser astuto y tener el ingenio para que con solo ver un viejo Land Rover Defender o gafas de cristal o gafas de sol de mujer, se conviertan en un vehículo para recordar al gurú y, por lo tanto, al dharma y, por tanto, a mi propia mente.

 

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